La existencia de apellidos filipinos de origen español se debe a un decreto de 1849
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Los apellidos de origen español que ostentan la mayoría de filipinos no proceden en general, del mestizaje hispano-filipino, sino de un decreto del siglo XIX que obligaba a los habitantes de las islas a tener y usar apellido.
Los apellidos de origen español se deben a un decreto del Gobernador de Filipinas, Capitán General D. Narciso Clavería y Zaldúa, del 23 de noviembre de 1849, ratificado por la Corona el 28 de enero de 1850. Este decreto trataba de regularizar los apellidos y nombres patronímicos, del que carecían la mayoría de filipinos, con objeto de confeccionar un patrón estadístico para poder distinguir las familias y sus miembros, y de esta manera, entre otros objetivos, permitiera cobrar impuestos a los habitantes que tuvieran obligación de pagarlos.
Para la realización de este patrón, se facilitó un listado alfabético de 60.662 apellidos diferentes, españoles, que se repartió por todos los pueblos filipinos, para que los padres de familia, o los más ancianos de cada familia escogieran apellidos para sus familiares. El proceso fue muy laborioso, y el Gobernador Clavería no lo llegó a ver finalizado. Se dieron casos curiosos en algunos pueblos en los que las autoridades locales decidieron publicar solamente los apellidos que empezaban por una letra concreta; y como consecuencia de ello, anecdóticamente, los apellidos de la mayoría de los habitantes de ese pueblo, comenzaban por la misma letra.
El Gobernador D. Narciso Clavería, nacido en Gerona en el año 1795, excelente militar ("Artillero Distinguido") desempeñó su gobernación de Filipinas con el mayor esmero, buena administración y justicia, así como su inquebrantable fidelidad a la Corona. Además del importante decreto que hemos mencionado, es justo citar también sus exitosas incursiones de pacificación contra la piratería mora establecida en las islas de Joló. De otra parte, se debe a este buen Gobernador la modificación del calendario filipino para adaptarlo al europeo, con el que tenía 1 día de diferencia desde el siglo XVI. Así, se suprimió el día 31 de diciembre de 1844 (se pasó del día 30 de dicho mes al 1 de enero de 1845) al objeto de adecuar el calendario al de la metrópoli.
Debido a su quebrantada salud, motivada por una disentería y complicada por problemas de hígado, tuvo que ser trasladado a España donde pocos meses después falleció, el 26 de junio de 1851, a los 56 años de edad. La Corona le distinguió con el título de Conde de Manila.
Por Juan Hernández Hortigüela
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