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La Cuestión Nozaleda: Republicanos, LIberales y Masones contra el Último Arzobispo de Manila: D. Bernardino Nozaleda y Villa
Finalizada la desastrosa guerra en Filipinas contra los Estados Unidos, España cae en una profunda depresión que da lugar a una revolución política y cultural de cierta trascendencia. En el plano político, las principales formaciones de la época, tanto monárquicas, como republicanas y liberales se empeñan en un análisis político de la situación en que quedaba la nación, que tendía mayormente a sus intereses particulares y de partido, que a obtener soluciones para el futuro, aprendiendo de los errores cometidos. Pero en lugar de aprender la desastrosa lección, comienza en los primeros años del siglo XX, una campaña de descalificaciones generales, en primer lugar contra el gobierno, amparado en la Regencia de la Monarquía, después contra los militares y, como sucede siempre, contra el clero, en este caso de Filipinas o más exactamente, contra las Órdenes Religiosas allí establecidas.
De toda esa amalgama de acusaciones mutuas, todos los partidos pretendían destrozar al contrario y conseguir el poder. Los medios que se utilizaban para conseguirlo, no importaba mucho.
Toda una serie de intelectuales de la época, denominados después como la "generación del 98", entre los que se encontraban Pío Baroja, Unamuno, Azorín, Ramiro de Maeztu, Ganivet, Valleinclán, los Hermanos Machado, Blasco Ibáñez, etc, iniciaron una serie de publicaciones en las que pretendían analizar la decadencia moral, política y social de España. Mucho se escribió sobre la búsqueda de nuestra propia identidad y un pesimismo general invadía la novela, los artículos de prensa y las tertulias de estos intelectuales. En realidad, vistas las circunstancias posteriores, aquellos intelectuales no lograron encontrar las soluciones a los problemas que ellos mismos planteaban.
No cabe duda que España, a finales del siglo XIX, se encontraba inmersa en lo que yo he dado en calificar como un "cansancio colonial" de imposible recuperación. Este cansancio comenzó a principios del Siglo XIX, con el inicio de la independencia de los países hispanoamericanos, continuando con las diversas guerras carlistas, cambios frecuentes de gobierno, el reinado de una monarquía prestada, representada por Amadeo I y una monarquía inestable que acabó cediendo en una primera república que, por ser una anécdota desagradable, no duró más de un año, con más de 10 gobiernos diferentes en ese breve espacio de tiempo. Es decir, un siglo XIX convulso y recalcitrante en errores, que finalizó con diversas guerras contra los naturales de Cuba y Filipinas, culminando en un desastre final al enfrentarnos contra los Estados Unidos de América.
Había que buscar las cabezas de turco correspondientes ante tanta tragedia y se salieron de madre los manantiales de agua bendita: el palo volvió, como de costumbre, a correr detrás de la sotana. Uno de los "responsables", a tenor de lo que se publicaba en la prensa madrileña, de tanta desgracia final en Filipinas, fue el último arzobispo de Filipinas, Fr. Bernardino Nozaleda y Villa, de la Orden de Predicadores.
Analizamos, en páginas siguientes, el proceso de injurias, insultos y descalificaciones contra el P. Nozaleda, aparecidos en los principales periódicos de la época. Lamentablemente estos artículos no eran firmados, en general, por el autor, por lo que hay que pensar que los rotativos obedecían a una línea editorial cómplice con los partidos políticos que los sustentaban.
D. Bernardino Nozaleda se querelló contra sus detractores, pero su defensa más efectiva fue la publicación, en el año 1904, de un folleto titulado "Defensa Obligada". Tuve la ocasión de encontrarla en la Universidad y fue este documento el que me animó a investigar este proceso. En esta defensa, el arzobispo, además de ofrecer sus argumentos contrarios a las calumnias contra él vertidas, adjunta una serie de documentación que tiene, según mi criterio, cierto valor histórico que merece la pena que sea dado a conocer a todos aquellos que no los conozcan y que se interesen por la desconocida Historia de España en Filipinas.
No me corresponde a mi juzgar las acusaciones de que fue objeto el P. Nozaleda, ni si su actuación fue la correcta y adecuada en Filipinas, pero sí entiendo que la lucha política estaba servida y que la "Cuestión Nozaleda" fue una buena excusa y ocasión pintiparada para que los republicanos, liberales, extremistas y, por supuesto, la omnipresente masonería, aprovecharan la oportunidad que se les ofrecía para mantener viva la llama del anticlericalismo rampante. El lector sabrá juzgar.
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